La Pata de Mono I
Esta es una historia que leí recientemente del autor William Wymark Jacobs (W. W. Jacobs), y me gustaría compartirla en este sitio, ofreciendo una pequeña reseña o, mejor dicho, un resumen parafraseado con algunos aportes propios.
La historia comienza con una familia esperando a alguien en su casa; esta familia estaba compuesta por el padre, la madre y el hijo. Desde la tarde hasta la llegada de la noche pasaron algunas horas, y a medida que el sol se ocultaba, la paciencia de todos comenzaba a agotarse. Finalmente, llegó la noche, y con puntualidad también llegó aquel a quien tanto esperaban: un hombre de profesión militar, un soldado. Aunque era un hombre sereno y de expresión taciturna, relataba a la familia historias y maravillas de sus experiencias por el mundo, y de paso les vendía algunos artículos que traía consigo de sus viajes.
Entre los objetos que tenía, llevaba una pata de mono que, según contó, había obtenido en la India. Se decía que la pata poseía poderes mágicos que le había conferido un brujo mediante rituales especiales. Según la leyenda, la pata de mono concedía tres deseos; solo había que levantarla y formular el deseo para que este se cumpliera. Sin embargo, aclaraba que los deseos debían ser lógicos y razonables, y nadie hasta ahora había intentado pedir algo fantástico, como volar. La pata, momificada, despedía un aroma peculiar, aunque no desagradable.
Cuando la familia mostró interés en la pata, el soldado les advirtió seriamente que no tomaran el asunto a la ligera, pues su uso traía consigo consecuencias. A pesar de sus advertencias, la familia no se dejó intimidar y prefirió pensar que todo era una superstición sin sentido. Luego de algunas horas, el hombre se fue, dejando atrás la pata y otros objetos, así como muchas historias fascinantes que la familia disfrutó.
Más tarde, ya acostados, el padre, escéptico, miró a su esposa e hijo, quienes se reían incrédulos por haber pedido un deseo a la pata de mono. El deseo fue simple: 200 monedas para aliviar algunas de sus deudas. Los tres rieron, creyendo que no era más que una tontería. Todos se fueron a dormir, pero el padre, mientras reflexionaba, no pudo evitar recordar que, al pedir el deseo, la pata de mono se había movido ligeramente. Este detalle le dejó una extraña sensación, un cosquilleo en la nuca, como si una advertencia de peligro o de una catástrofe inminente se activara en su interior. Temeroso, se largó a dormir, sin saber lo que el destino trágico le aguardaba.