La Pata de Mono III - Final
La noticia golpeó a la familia con una crudeza devastadora. La esposa, rota por la tristeza, se retiró a la habitación, incapaz de asimilar la tragedia, mientras que el padre se quedó en la sala, sosteniendo con manos temblorosas las 200 monedas, aquellas mismas que habían pedido la noche anterior. El recuerdo de la pata de mono y el siniestro deseo les parecía ahora una burla cruel. Horas después, en un intento desesperado por encontrar consuelo o explicación a lo ocurrido, el padre sacó la pata de mono de su bolsillo. La examinó en silencio, lleno de amargura y desesperación. "No puede ser una coincidencia", pensaba. Su corazón, en un estado de profunda agitación, se negó a aceptar la realidad de que su propio deseo había desencadenado la muerte de su hijo. Aquella misma noche, el padre se sentó junto a su esposa, ambos agotados y sumidos en la desesperación. En medio de la oscuridad y con lágrimas en los ojos, la esposa miró la pata de mono y sugirió que tal vez, con otro dese...
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